Características bases de un personaje.
1. Diferentes y únicos
Todos los personajes de la historia han de ser diferentes, distintos entre sí, tanto en las historias con varios protagonistas como las de uno solo. A través de los distintos personajes hay que buscar el complemento (personajes que se complementan entre sí y forman un equipo, un todo) o el contraste y la confrontación (las tensiones entre personajes generan conflictos, y ya sabéis que CONFLICTO es igual a HISTORIA).
2. Coherentes
Todo personaje ha de ser, además de coherente con la historia a la que pertenece, coherente consigo mismo y su forma de ser. Nada chirría más que ver a un personaje al que conoces actuar de una manera que no le corresponde sin justificación alguna. Por ejemplo: un personaje que es altruista y desprendido, caritativo, de pronto le contesta de forma desagradable a un anciano que le pide que le ceda su asiento en el autobús. También podemos ver como ejemplo el caso opuesto: un personaje avaro, egoísta, mezquino y ruin que, sin un detonante o una justificación dentro de la historia, se muestra de repente generoso con sus semejantes.
3. Sorprendentes
Sin dejar de lado la coherencia que comentaba en el punto anterior, el personaje ha de sorprender con sus acciones. Es decir, actuando siempre dentro de una forma lógica, esperable según su carácter o su bagaje, no debe resultar previsible o será aburrido.
4. Contradictorios
También es bueno que el personaje tenga contradicciones, conflictos internos. Nos gusta (y nos sorprende, en relación con el punto 3 del decálogo) que un personaje dude o se plantee sus objetivos por un problema moral. Como lectores, esto nos ayuda a ponernos en su lugar y nos hace la experiencia de la lectura más gratificante y enriquecedora.
5. Activos
Al igual que el conflicto, la acción es fundamental para la historia. Si el protagonista es un ser pasivo, no hace nada, no nos interesa en absoluto. El protagonista tiene que hacer cosas, aunque sea por obligación o sólo de manera psicológica, el conflicto y los hechos lo empujan a la acción.
6. Motivados
Un protagonista puede provenir de ámbitos muy distintos que resulten desconocidos para el lector, pero tiene que tener una motivación, un objetivo, sueño, deseo o meta universal, que sí sea comprensible e identificable para el lector (amor, poder, venganza, lealtad, supervivencia…). Además, sin motivación, tampoco hay motivo para la acción.
En este punto también cabe distinguir dos tipos de motivaciones: la superficial (que el personaje sabe de forma consciente que persigue) y la profunda (que el personaje desconoce pero persigue de forma inconsciente y le hace evolucionar mucho más que la consciente).
7. Morales
Los personajes protagonistas deben regirse por un código moral o ético. Esto no quiere decir que tengan que ser santos ya que no todos los códigos morales son iguales y lo que para mí es ético para otra persona puede no serlo.
Lo que significa eso es que, como escritores, debemos conocer los límites y el código moral de nuestros personajes principales y hacer que se rijan por ellos. Esto nos ayudará también a desarrollar posibles conflictos internos y a mantener la coherencia de la que hablábamos antes.
8. Imperfectos
No sé a vosotros, pero a mí nada me repatea más que la perfección. Me gustan las personas con defectos, manías, cicatrices, debilidades o traumas. Sin pasarse, claro, pero con sus cosillas. Eso es lo que hace a un personaje más humano y nos ayuda a identificarnos con él.
9. Ingeniosos
Esto no quiere decir que tengan que ser la bomba de agudos, siempre con la respuesta graciosa a punto, ni que sean súperinteligentes y lo sepan todo (eso de hecho suele provocar el efecto contrario y se hacen personajes repelentes). Pero sí es bueno que tengan una cierta inteligencia o, al menos, ingenio. Que nos haga sonreír. Un tipo que te hace sonreír es un tipo que te cae bien.
10. Misteriosos
Y por último pero quizá de lo más importante: nada enamora más que el misterio. Saberlo todo del personaje desde el inicio puede ser como encontrarse con ese tipo que te cuenta toda su vida nada más conocerlo. Lo que queremos cuando nos interesa alguien es descubrirlo poco a poco, intrigarnos, preguntarnos qué hay detrás de ese silencio, de esa mirada triste que se instala durante un brevísimo instante en sus ojos. Ahí reside la magia.
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